La Columna del Padre Ramón
Una de las frases del Papa Francisco que irá a superar la cuestión del tiempo es relativa a eso mismo: «El tiempo es superior al espacio». Lo que implica que, ante un proceso cualquiera, lo importante es que se vaya desarrollando en el tiempo sin importar en qué lugar. Así, una acción o un proceso puede iniciarse en cualquier lugar y momento. Sus repercusiones irán más allá del lugar en que sucede y se prolongarán en el tiempo. Dicho esto, vayamos a otro par de asuntos.
Si el aborto es feo, por decir algo rápido y sencillo. No olvidemos la problemática de los niños expósitos que se extendió por muchos años viniendo a disminuir en los 1800 (apenas doscientos años atrás) pero que en cierto modo aún existe hoy día.
Dependiendo del lugar, así también era la suerte. Los niños nacidos en la antigua Roma eran llevados a la plaza pública y depositados en el suelo. Si el padre los recogía, el niño iba a ser cuidado y a crecer en la casa. Si el padre decidía ignorarlo, cualquier persona que pasaba por el lugar tenía derecho a recogerlo y llevárselo. Si nadie le hacía caso al niño, iba a parar a la alcantarilla o a la cloaca de la ciudad donde moría abandonado en su tierna infancia. En la antigua Grecia, los espartanos arrojaban a los delincuentes y a los “no aptos” (niños débiles, enfermos, deformados o con retraso mental), desde el Taigeto a un valle conocido como Apotetas.
La mortalidad infantil de los niños expósitos era superior al 50%, incluso recibiendo cuidados de personas caritativas.
El aborto, desprenderse de la criatura antes de nacer, ha sido una lacra moral de la humanidad desde muy antiguo. No es cosa de ahora ni de estos últimos años. Es una “solución” radical para un supuesto “problema” cuyas implicaciones van más allá del momento en que ocurre. En un primer momento es muy poco lo que se piensa o reflexiona sobre sus implicaciones, pero al pasar el tiempo la herida se va haciendo más profunda y la imposibilidad de dar marcha atrás es cada día más dolorosa.
Uno de los graves problemas con el aborto es que lo queremos resolver con leyes. Es cierto que las leyes son eficaces, pero no son perfectas. “Dura lex sed lex”, decían los antiguos, la ley es dura, pero es la ley. Que sea una cosa legal no implica necesariamente que sea justa. Pareciera que la ley y la justicia van por caminos diferentes. Y tomado a la ligera, un aborto que puede parecer como si fuera un asunto de cinco minutos se convierte en un lastre pesado para la vida de todos los implicados.
¿Y esto que tiene que ver con las vacunas? Despacio… para allá vamos.
Alrededor del año 2000 había una discusión muy seria, aunque para algunos, incluso yo, podría parecer de chiste. Era la controversia entre evolución y creación. Las implicaciones se extendían entre la ciencia, la religión y la política. Esto afectaba no tanto a las iglesias como a las escuelas y a la enseñanza de las nuevas generaciones de entonces. Al pasar el tiempo (recuerde la expresión del Papa Francisco), la discusión se desvaneció. Como no era un partido entre el Chivas y el Cruz Azul, no sabemos los resultados. Simplemente, se dejó de discutir el asunto.
En el tema de las vacunas, aquellos que estaban decididos a ponérselas no representaron ningún problema. Lo hacían por su seguridad y la de sus seres queridos. La racionalidad de aceptar la vacuna está plenamente demostrada para estas fechas, cuando en los rebrotes de contagios del Covid-19, se prueba que los mayormente afectados son los que han venido rechazando la vacuna hasta este momento.
El problema está más entre los que, por diferentes razones, deciden no optar por la vacuna, al mismo tiempo les resulta incómodo usar el cubrebocas y deciden renunciar a cualquier otra práctica que pueda ayudar a combatir el virus.
Por años, los distintos grupos “pro-vida”, trabajando contra el aborto, han tenido que combatir con toda una argumentación a favor del aborto que ahora, y aquí viene la paradoja: los argumentos que utilizan las personas que están a favor del aborto son los mimos que utilizan las personas que están contra las vacunas. Lo peligroso de esta cuestión es que hay una tendencia contra las vacunas argumentando desde una supuesta posición “pro-vida”.
Quisiera estar equivocado y que esto no vaya a más, que todo quede en una simple anécdota. El peligro que veo es que ahora la lucha contra el aborto vaya a quedar debilitada por el erróneo o confuso uso del lenguaje. Es que con este cambio de paradigma en el lenguaje las ideas cambian de lugar y la misma argumentación que se está teniendo ahora para negarse a las vacunas rebotará a su debido tiempo a favor del aborto.
Es cierto que no he visto esta opinión o parecer en nadie más y no puedo contrastarla con otras personas que hayan hablado o reflexionado sobre esto. El tiempo andará y veremos qué sucede.