LA COLUMNA DEL PADRE RAMÓN
Por: Ramón Pons
Ahora que han terminado las elecciones se puede hablar de este tema sin mayor problema. Durante la campaña electoral se recurría mucho a la mentira para hacer parecer la crisis más grande, culpar a los de un lado de la banca y prometer que se iba a trabajar para arreglar el problema de la inflación. ¿Es tan simple? No. No es tan simple.
La bondad, la amistad, la camaradería, etc.… las cosas buenas, en otras palabras, no se globalizan. Pero si querías saber qué es la globalización, mira tu bolsillo y mira los bolsillos de tus familiares que quedaron en tu lugar de origen. Eso es la inflación.
Primero que nada, existe el proceso inflacionario de manera natural. Hay muchos factores incontrolables que hacen las cosas hoy más caras que ayer. Un simple ejemplo de esto es cuando los costes de producción van aumentando, poco a poco el producto va subiendo de precio porque cuesta más fabricarlo. Así, si se observa determinado producto, lo que costaba producirlo hace unos años y lo que cuesta ahora, se comprenderá el por qué se tiene que pagar un precio mayor.
Cerca de 50 años atrás me quedé con la boca abierta cuando un tío abuelo nos contaba a mí y a unos primos, que el compraba la libra de azúcar pagando por ella medio centavo. En ese entonces, la libra de azúcar estaba a 10 centavos y un paquete de 5 libras costaba 50 centavos. No me interesa saber a cuánto está el azúcar ahora, porque de saberlo se me pondría la boca amarga.
¿Qué hay de cierto que votando por tal o cual candidato que ha prometido resolver el problema de la inflación va a haber algún cambio? Nada. Es una mentira. Si la problemática fuera de orden local, que estuviera a nuestro alcance resolverla le pondríamos un poco de voluntad y adiós problema. Pero el asunto es más complejo.
Vamos a decirlo de esta manera: hay bienes muebles y bienes inmuebles. O sea, unas cosas que hay que moverlas y otras que permanecen fijas. Tenemos necesidad de ambos. El incremento de los precios de un lado automáticamente afectan los precios del otro lado.
Vamos a suponer que el poner comida en la mesa es un mueble, porque hay que moverse mucho para llevar la comida desde el lugar de producción hasta la mesa del consumidor. Sin contar lo que se mueve el campesino que planta la semilla y todo lo que debe hacer para recoger la cosecha, pero para llevar los frutos al mercado y desde ahí a nuestro plato se necesita gasolina. Esta es un recurso no renovable, así que una vez que se consume se acabó. Y la misma gasolina debe ser transportada al precio de la misma gasolina. Por eso, un incremento en el alza del combustible afecta inmediatamente las tortillas. La carestía de los productos lleva a los renteros a pedir más dinero por sus propiedades y con esto tenemos los dos lados de la balanza. Sube la leche. Prepárese, que va a subir la renta también.
El problema de la inflación no es solamente de tu bolsillo. O de que el papel de baño ahora es tan chico que se debe tener mucho cuidado con los dedos. La inflación es un problema global.
Por un lado están los efectos de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania. La inflación ha sido incluso más alta en Europa que en Estados Unidos como resultado del aumento de los costes energéticos relacionados con la guerra de Ucrania.
Hay una manera muy simple de entender la economía. Existen tres elementos importantes: tierra, trabajo y capital. El esfuerzo del trabajador para con los medios que proporciona el dinero poder transformar la tierra y hacerla producir. Se tienen que dar los tres conjuntamente para ser efectivos. Basta que falte uno solo y ya no funciona el asunto.
Paradójicamente, esto no se rige por la voluntad del político de turno o el aspirante. Las leyes del mercado intervienen y no se pueden eludir. Especialmente la ley de la oferta y la demanda. Cuando hay demasiado de un mismo producto, su precio baja a consecuencia de la abundancia y la poca demanda que posee. Cuando hay un bien en escasa cantidad y tiene mucha demanda, el precio sube y sólo lo pueden comprar quienes cuentan con medios suficientes.
El cambio climático, los efectos de la pandemia, la misma situación política en lugares de producción de ciertos productos… todos ellos contribuyen al proceso inflacionario. ¿Vendrán tiempos mejores? Es posible. ¿Bajaran de precios los artículos de primera necesidad? No es imposible pero no creo que suceda. Esto es algo de lo que se puede decir que nunca se ha visto.