El día de acción de gracias no es un “invento” norteamericano. Es cierto que hay una historia romantizada sobre cómo empezó a celebrarse por aquí, pero sería honesto preguntarse sobre la veracidad del relato.

En casi todos los pueblos y culturas existen celebraciones festivas en torno al final de la cosecha. Aparecen claramente en la Biblia, en relación con el pueblo de Israel, pero también son comunes con las otras culturas del área de la Mesopotamia.

En España, por ejemplo, es muy raro encontrar un negocio abierto durante el mes de agosto. Todos los pueblos están de fiesta. Es como si el país completo se fuera de vacaciones en ese mes. Sin embargo, las festividades no terminan ese mes, se van celebrando en distintos lugares según van pasando los otros meses. Es como en México con la fiesta del 12 de diciembre. Si bien ese día está centrado en el Tepeyac, en otros lugares y ranchos van celebrando la Virgen de Guadalupe en una fecha diferente que más les acomode.

Hace ya muchos años existían los días de témporas. Cuatro. Coincidían con el inicio de las estaciones en el hemisferio norte. Las de otoño se celebraban de una manera más intensa, al punto que la palabra, que en un principio viene a significar “tiempos”, prácticamente se redujo a esos días de octubre en donde se celebraba un día de ayuno, un día de rogativas y un día de acción de gracias.

Con relación a la fiesta aquí en Estados Unidos, hay que tener en cuenta que no se trata de una fiesta religiosa, sino de una fiesta civil. Aunque a la base del origen de la nación se encuentra el cristianismo, la sociedad civil es plural y secular, de manera que no hay una confesión religiosa dominante, sino que más bien todas las expresiones de fe tienen cabida.

Lo importante del momento es agradecer por los logros del año. En otras palabras, celebrar lo que somos. Es cierto que el tema otoñal se desplaza de la naturaleza a la mesa. Así, el color de las hojas de los árboles en esta época del año es reproducido en el color de los alimentos. Aunque, realmente, se puede comer cualquier cosa, el plato preferido es el pobre pavo.

En lo que debemos estar alerta es en que la ocasión no nos arrastre al consumismo. Un poco de moderación y con eso podremos llegar bien lejos. Como para la fiesta la familia se reúne, sería una buena ocasión para preparar algunas recetas de la abuela de aquellos platos sabrosos que hoy son parte de las costumbres de la propia familia.

Un último asunto sobre esto. He visto como mucha gente le hace bronca al Halloween, pero no tienen reparos en celebrar el día de acción de gracias. Deberíamos ser más sensatos y practicar el respeto a las culturas. Tan imprudente es asumir lo que no es propio sin ningún criterio (como muchas veces se celebra Halloween en los países latinoamericanos) como despreciar y desvalorar las prácticas de la gente entre las que vivimos. El respeto a lo propio empieza con el respeto a lo de los demás.

Que pasen unas felices fiestas de acción de gracias.

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